La okupación de viviendas. Evolución del término y su significado
31 Oct.- Aunque el término okupación esté en boca de todos en la actualidad, el hecho de okupar no es una novedad propia del siglo XXI.
Nada más lejos de la realidad, la okupación se originó a finales de los años 60 en Gran Bretaña y se propagó rápidamente hacia países como Dinamarca, Holanda y Alemania.
Además, el movimiento Okupa, en sus inicios, no tenía el mismo significado que tiene hoy en día. Esta práctica se configuraba como una acción social que tenía por objetivo dar un nuevo propósito a las viviendas y locales desocupados, asignándoles usos residenciales, políticos e incluso culturales.
Esta concepción de la okupación pretendía combatir la especulación en el mercado inmobiliario y los altos costos de la vivienda, respaldándose en el mismo derecho a una vivienda digna que aparece en nuestra Constitución, en su artículo 47.
De esta forma, los “squatters” (termino anglosajón utilizado para referirse a quienes practicaban la ocupación), se instalaban de manera indefinida en viviendas que no estaban siendo utilizadas por sus propietarios, o simplemente no pertenecían a nadie. En su mayoría, estas viviendas eran propiedad de los ayuntamientos, quienes, al carecer de recursos para su modernización y no sabiendo qué hacer con ellas, las dejaban descuidadas y deshabitadas.
En la actualidad, sin embargo, los okupas, lejos de abanderar una causa social, han evolucionado en una dirección muy distinta; convirtiéndose en invasores, usurpadores de viviendas que, no siendo morada o primera residencia, sí están habitadas, tal y como pone de manifiesto la redacción del artículo 245 del Código Penal, que tipifica estas conductas como delito.
Aunque la acción en sí —ocupar propiedades ajenas—, es la misma, en décadas anteriores, estos hechos no eran considerados un atentado contra la propiedad privada, sino que, por el contrario, dotaban de vida a espacios en desuso.
Así, las okupaciones de hoy en día han adquirido una significativa importancia en la esfera política y social, convirtiéndose en centro de debate en el Parlamento, y dando lugar a la promulgación de diversas leyes relacionadas con este asunto en los últimos años.
Las más sonadas son la nueva Ley 12/2023, de 24 de mayo, por el derecho a la vivienda, más conocida como “Ley de Vivienda”, o la Ley 5/2018, de 11 de junio, de modificación de la Ley 1/2000 de 7 de enero, de Enjuiciamiento Civil, en relación a la ocupación ilegal de viviendas. Esta última introdujo el denominado “desahucio exprés”, un nuevo mecanismo de desokupación del que hemos hablado en artículos anteriores, permitiendo la ejecución de desalojos de manera más rápida y eficiente.
Como podemos ver, el sentido de la okupación ha cambiado radicalmente a lo largo de los años y, donde antes existía una motivación justa, siendo aquella una forma de reivindicar la falta de viviendas, y la ironía de que existieran sitios abandonados y deshabitados, dándoles a estos una nueva vida mediante la okupación, ahora solo se trata de una violación a la propiedad privada, la cual llega a ser incluso una fuente de ingresos para las organizaciones criminales que aprovechan la ocupación con fines lucrativos.
En su lugar, experimentan temor y aversión ante estas acciones que han cobrado notoriedad en los últimos años.
Los ciudadanos, conscientes del peligro que representa el fenómeno de la okupación para su patrimonio, han dejado de mostrar simpatía hacia lo que antes era un movimiento inofensivo con el potencial de revitalizar áreas abandonadas. En cambio, sienten un creciente temor y aversión hacia estas acciones que han ganado notoriedad en los últimos años.
De igual manera, a pesar de las últimas medidas adoptadas en la actualidad en el ámbito político, la anterior pasividad, actual falta de consenso y la lentitud experimentada por los afectados a lo largo del proceso jurídico de recuperación de viviendas, está provocando que el rechazo popular, aumente con el paso de los años.
En conclusión; la percepción de la ocupación ilegal ha evolucionado de ser vista como una respuesta a la especulación inmobiliaria y la falta de viviendas, a ser considerada una amenaza a la propiedad privada y la seguridad, lo que ha alterado profundamente la actitud de la sociedad hacia este fenómeno.
Por estas razones, hace 5 años, nació Desokupa Expres con el firme propósito de abordar el creciente problema de la ocupación ilegal en la actualidad; estableciéndose como una alternativa, buscando agilizar los procedimientos y resolver la compleja situación de la ocupación de la manera más simple posible.
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